Eppur si mauri*

Eppur si mauri*

(o por qué la muerte de un inocente no tendría por qué enseñarnos que el mundo puede cambiar)

Pablo Jones Medina / Fran Hidalgo Carmona**
(Colectivo Encuentros Moraos)

La República

05/03/2011

Varios, cientos, miles y millones de personas han visto, oído, leído y sabido estos días de las últimas revueltas árabes. Con la vista acostumbrada del que ve morir a palestinos, a iraquíes y a afganos -a “moros de esos de allá a lo lejos”-, a las tres de la tarde mientras come con la familia, más allá de la sangre, los coches quemados y los cristales hechos añicos, nos topamos con el súbito interés de los medios porque nos alegremos de que las libertades de Occidente se acerquen a los incivilizados países árabes.

No son las primeras insurrecciones: Sin retroceder muchos meses en el calendario, aún recordamos la huelga de hambre de Aminatu Haidar y los vídeos del campamento de Gdeim Izik. No obstante, esta vez ha sido otro cadáver el que ha salido en portada: el de Mohamed Bouazizi. Deseoso de alimentar a sus hermanos pero impotente ante los sobornos que le imponía la policía de Sidi Bouzid (Túnez) para montar su puesto de frutas, se inmoló a lo bonzo el pasado mes de diciembre. Su agonía, la gota que colmó el vaso, levantó a su país: A pesar del repentino interés de las autoridades porque se llevara el mejor de los tratamientos y se recuperara pronto, Bouazizi murió tres semanas después. Desde entonces, las noticias han hablado claro: El pueblo tunecino, paso a paso, ha expulsado al dictador Zine Ben Alí. Además, su aliento ha alcanzado a Jordania, Bahréin, Marruecos, Argelia… y Egipto, donde Hosni Mubarak se ha marchado con el rabo entre las palas del helicóptero, y Libia, donde Muammar Gaddafi recuerda cada vez más al Adolf Hitler de “El Hundimiento”.

Sin saber a qué esperan los nuevos gobiernos para que estas gritadas democracias dejen de ser negro sobre blanco, los ciudadanos siguen en las calles, exigiendo que aquello por lo que se ha luchado no se pierda y demostrando que ‘quien no llora, no mama’.

Mientras tanto, en esta orilla del Mediterráneo, en la que disfrutamos del agua caliente, las ventanas aislantes y los teléfonos de última generación, seguimos comentando la última salida de tiesto de José Mourinho o las ordinarieces de Belén Esteban, sea defendiéndolos como estrambóticos marujos o rasgándonos las vestiduras como gafapastas. Enganchados a los televisores que nos crean opinión sobre los temas que nos tienen que comer la cabeza, permanecemos como zombis en el sofá de casa, sin apenas plantearnos por qué viven así esos que mandan con tantos ceros de más y tantas cuentas fuera del país. ¿Por ejemplo? El equivalente español de Ben Alí, nuestro Juan Carlos I, el Campechano.

Y a este lado de la barrera, donde los ceros sólo son de color rojo, nadie en la calle, con un discurso comprensible y cercano, critica cuánto de razón hay en lo que nos cuentan: Malditas las huelgas generales, que interrumpen el derecho al trabajo (Nadie habla de dignidad. Lo principal es tener una nómina para justificar la hipoteca) y donde los piquetes golpean a los clientes de los bares; malditos todos los sindicatos, que cobran las subvenciones del Estado para no dar un palo al agua; malditas las prestaciones por desempleo, que promocionan que los parados se sienten en casa sin buscar empleo…

Cuando toca hablar de los que ponen su grano de arena en cambiar nuestra situación para bien, lo que toca es echarles toda la mierda por encima y resaltar que, si uno es malo, los de su especie son peores. Cuando toca hablar de los recortes, de todos los recortes, lo que toca es mirar a otro lado: Se nos inculca que gastamos mucho en médicos y, obviando que ya los pagamos con nuestros impuestos, que tenemos que volver a pagarlos; se nos manipula con los bajísimos niveles académicos y con las faltas de un sistema educativo que, cada vez, recibe menos dinero y que, como las modas, vacía los temarios con el nuevo ministro de la temporada; se nos insiste en la imperiosa necesidad de construir dantescas infraestructuras mientras las ciudades siguen congestionadas por centenares de automóviles.

En esta orilla del Mediterráneo, la esperanza del 26 (y 27) de enero se silenció o criminalizó, los actos del Popolo Viola italiano se desconocen fuera de los Alpes y las manifestaciones de Grecia forman parte de una olvidada desazón colectiva. Queremos las cosas en el momento, pero tenemos que saber que ni a la primera ni a la segunda se consiguen los mejores resultados. Y ahora estamos en el camino de ser algo más que una papeleta en las urnas. Ahora que somos más los que nos estamos informando por otras nuevas vías, ahora que somos nosotros los malos de su película, ahora que los trabajadores árabes están pidiendo lo que les corresponde, ¿a qué esperamos para hacer de Cibeles, de Canaletas o de la Puerta de Jerez nuestra plaza Tahrir?

* El uso del término mauri, plural del italiano mauro o, en castellano, moro, se utiliza para “designar, sin distinción clara entre religión, etnia o cultura; a los naturales del Noroeste de África o Magreb”. Vaya por delante que, a pesar de su uso peyorativo, no es esa la intención.

** Los autores son socios de la Plataforma de Ciudadanos por la República de Granada y miembros del Colectivo Encuentros Moraos.

Nuestro amado “Mubarak”

Nuestro amado “Mubarak”


Amadeo Martínez Inglés*

Web UCR

17/02/2011

Los ciudadanos egipcios en un alarde de valentía y determinación han conseguido por fin echar, y además pacíficamente, a su bestia negra, a su odiado Mubarak, al sempiterno Muhammad Hosni Sayid Mubarak, el dictador sanguinario que permanecía atrincherado desde hace nada menos que treinta años en la poltrona de su poder haciéndoles la vida poco menos que imposible.

Sin embargo, otros muchos ciudadanos de diferentes naciones, y no solo árabes o ubicadas en el llamado tercer mundo sino pertenecientes incluso al selecto y democrático club de la primera división global, todavía siguen desgraciadamente con el suyo, con su sátrapa de andar por casa, con su reyezuelo (divino o no), con su jefecillo de Estado (algunas veces elegido más o menos democráticamente y después sobrevenido en autoritario regidor de los destinos patrios), con su preboste primero (rodeado de numerosos prebostes segundos, terceros y cuartos…), con su autócrata imperial anunciador de glorias futuras, con su conductor de masas (así suelen llamar a estos espécimenes político/militares en algunos países sudamericanos muy dados a las asonadas castrenses), con su vividor máximo a costa siempre del pueblo soberano, con su dueño y señor teóricamente elegido en las urnas y en realidad aupado una y otra vez a la cúspide del Estado por los poderes fácticos de siempre… Y es que la democracia verdadera, la única, la que merece la pena ser vivida en este mundo global del siglo XXI, “es una flor muy delicada a la que le cuesta mucho germinar y que se marchita muy rápidamente”, según la sentencia que hace años tuve la ocasión de oírle pronunciar, con todo el cinismo del mundo, al ya fallecido dictador argentino Galtieri, escasos meses antes de que llevara a su país a la humillante derrota de las Malvinas.

Pues bien, entre las muy numerosas y desgraciadas naciones (desgraciadas desde el punto de vista democrático, aunque la penuria en libertades casi siempre conlleva la económica y material y, desde luego, la infelicidad y la frustración de los que la sufren) cuyos ciudadanos todavía no gozan de auténtica libertad y de una democracia moderna y avanzada y, en cambio, padecen (muchas veces sin darse cuenta pues los totalitarismos y las dictaduras suelen actuar con guante de seda en puño de hierro) dirigentes corruptos, engreídos, fatuos y autoritarios… sin ánimo de momento, por las razones que sean, para intentar (como los corajudos jóvenes tunecinos y egipcios, por el momento) sacarlos de sus poltronas a tortazo democrático limpio, se encuentra, a mi modesto entender y sin exagerar un ápice, este bendito país, España. Los españoles solemos estar siempre a la cabeza de todo lo malo (drogas, fracaso escolar, paro, paro juvenil, pensiones de miseria, alcoholismo, muertes en la carretera…) y en esto de aguantar dictadores (aunque sean de medio pelo o enmascarados tras una pátina de democracia) estamos sin ninguna duda también en el nefasto pelotón de cabeza. Y a las pruebas me remito: si el autócrata gallego que nos hizo desfilar a todos los ciudadanos de este país al paso de la oca durante cuarenta años no llega a morirse como se murió, él solito, el 20 de noviembre de 1975, todavía estaríamos (también todos) en la plaza de Oriente levantando el brazo derecho con más energía y marcialidad que los legionarios de Julio César.

Llevamos, efectivamente, los españoles más de 75 años (desde julio de 1936) sufriendo situaciones políticas y sociales lamentables y concatenadas en el tiempo. A saber: golpismo castrense, guerra civil, posguerra civil y mundial, represión franquista, dictadura feroz, dictadura aceptada por USA, dictadura en descomposición (dictablanda), transición democrática (en realidad, reubicación del aparato franquista), pseudo democracia juancarlista (una suerte de democracia de baja intensidad homologada interesadamente por la UE y que en realidad tiene más bien poco de verdadera democracia) en sus diferentes etapas partidarias: socialismo felipista (con sus apestosos corolarios de corrupción generalizada, nepotismo, terrorismo de Estado…etc, etc), derecha carpetovetónica aznarista vasalla del imperio y, por último, el socialismo igualitario de ZP con sus derivadas de crisis generalizada, paro, descomposición política y miseria social…

Estamos pues los españoles, en estos momentos de estallido revolucionario tercermundista, viviendo el final de una larga etapa de interinidad política consecuencia todavía del perverso golpe militar franquista del 18 de julio de 1936. Y que en los últimos treinta y seis años ha venido manteniendo en la jefatura del Estado, al igual que el corrupto régimen egipcio que acaba de caer y con el que, por supuesto, mantenemos algunas diferencias pero no tantas, como luego veremos, a una especie de muy amado y reconocido “Mubarak” (con corona, eso sí, en lugar de turbante) prácticamente igual a él en lo político y en lo personal, incluso con dotes de dictador en la sombra y mangoneador nato muy superiores a las del octogenario militar egipcio y que, también como él, no está nada dispuesto a abandonar su trono (borbónico en este caso en lugar de faraónico) por los siglos de los siglos.

Pero como a algún avispado y crítico lector (y está en su perfecto derecho) le puede parecer exagerado, desenfocado, malévolo y, desde luego, políticamente incorrecto, el establecer una comparación, por muy sutil que sea (que no lo es), entre nuestro amado monarca de derecho franquista, Juan Carlos I, y el, a todas luces, odiado y exiliado Hosni Mubarak egipcio, me voy a permitir poner a continuación negro sobre blanco, en defensa de mi tesis, un somero análisis de la trayectoria personal e institucional de ambos mandatarios. Uno ya en el exilio (el árabe) y el otro todavía, teóricamente por lo menos, en pleno ejercicio de su alto cargo; aunque, eso sí, ya bastante cascado el pobre, peleándose a diario con sus 73 tacos, con la baba insinuándose constantemente a través de la comisura de sus labios y marcando barriga a todo trapo (lo de paquete me parece a todas luces exagerado, dadas las circunstancias y el respeto debido) en su recoleto palacio de La Zarzuela.

Bueno, pues ahí va mi particular encuentro o análisis comparativo entre nuestro amado Juan Carlos I y el muy odiado Mubarak; y no se me sorprenda en demasía el lector si salen del mismo muy empatados e igualaditos:

– El tal Mubarak, hasta hace unos días presidente de Egipto y capitán general, subió al poder tras un golpe de Estado desatado en la sombra después del asesinato del presidente Anwar el Sadat. Juan Carlos I, todavía rey de España, alcanzó el trono también como consecuencia de un golpe de Estado (el de Franco) ya que fue este dictador y genocida el que le nombró general del Ejército y heredero de su Movimiento fascista “a título de rey”.

– A Hosni Mubarak se le relaciona con el asesinato de su predecesor, el presidente Sadat, cometido durante un desfile militar. Mubarak estaba al lado de su jefe en la tribuna en el momento del magnicidio y el pelotón de soldados asesinos que mató, además de a Sadat a otras once personas, respetó milagrosamente su vida. El rey Juan Carlos (según reconoció él mismo en su momento) mató con su propia pistola en el año 1956, siendo ya un cadete de la Academia Militar de Zaragoza y experto, por lo tanto, en el manejo de armas portátiles, a su hermano el infante D. Alfonso de Borbón, aspirante como él al trono de España y favorito para suceder a su padre, el conde de Barcelona, en sus derechos dinásticos. Este homicidio, por orden de Franco, nunca fue investigado por la justicia.

– En el momento de su defenestración, Mubarak llevaba 30 años en el poder. Sin someterse a ningún refrendo popular real a través de las urnas. Nuestro amado Mubarak, el nuestro, el borbónico, Juan Carlos I, ni que decir tiene (por algo es rey) que nunca se ha sometido a respaldo electoral alguno. Lleva 36 años en el trono y ahí parece ser que quiere estar hasta que su alma vuelva al idílico lugar desde el que vino, o sea, al cielo.

– Parece ser que Mubarak ha conseguido en sus treinta años en el poder una fortunita de 30.000 millones de dólares, cifra que algunas fuentes bien informadas (como la ministra Chacón que se apoya seguramente en informaciones del CNI) elevan a 70.000 millones. Por su parte, el amado rey de todos los españoles, según revistas especializadas de toda solvencia, ha conseguido reunir en sus siete lustros de reinado la tampoco despreciable suma de 1.790 millones de euros (300.000 millones de pesetas), diez veces el montante de todos los sueldos recibidos en su ya largo reinado. ¿Cómo podrá haberlo hecho este campechano ciudadano español?

– Durante la presidencia de Mubarak, en Egipto se cometieron centenares de asesinatos de Estado. Las organizaciones represoras del sistema nunca se han andado con bromas en cuanto a la seguridad interior, sobre todo en las personas de los autodenominados “hermanos musulmanes”. Durante el reinado de Juan Carlos I, se perpetraron en España 28 asesinatos de Estado a cuenta de los GAL, organización terrorista formada en las cloacas del sistema y dirigida desde los servicios secretos españoles (CESID). Y el rey era y es comandante supremo de las FAS, jefe por lo tanto de ese organismo de inteligencia y responsable máximo de esos crímenes institucionales.

– Mubarak cometió sin duda (como todos los dictadores) continúas malversaciones de fondos públicos de su país en beneficio de su impresionante fortuna. El “Mubarak español también realizó presuntamente este tipo de delitos, algunos de ellos tendentes a pagar chantajes sexuales de una muy conocida vedette del espectáculo español.

– El ex presidente Mubarak utilizó muchas veces el Ejército egipcio para mantenerse en el poder. El rey español también. Concretamente, en una ocasión muy conocida: el 23-F. Peligraba su corona y no dudó en utilizar a sus generales cortesanos para que le salvaran. Luego los abandonó.

– Mubarak, obviamente, ha ejercido una corrupción galopante y continuada. El Borbón, también: yates, coches deportivos, mansiones turísticas, regalos multimillonarios de todo tipo…

– A Mubarak no se le ha conocido una vida personal irregular. Los árabes para estas cosas son muy serios y se lo montan bien. Juan Carlos I, por el contrario, ha sido protagonista de todo tipo de escándalos sexuales y prácticas cinegéticas rocambolescas. Pero como este hombre es inviolable e irresponsable constitucionalmente…

¿Seguimos con la comparativa? No creo que haga falta pues necesitaría muchos folios más y para eso ya están los libros (que lo están). Amigo lector ¿Tenemos los españoles un Mubarak que echar o no? ¿Le siguen pareciendo muy exageradas mis afirmaciones en relación con la pareja Juanca/Mubarak? ¡No, aunque aquí no haya publicidad no me lo diga ahora que si me contesta en positivo voy a enfadarme mucho e, incluso, puedo entrar en la depresión pura y dura! Y eso, según dicen los médicos, no es nada bueno…

http://www.unidadcivicaporlarepublica.es/index.php/monarquia/casa-irreal/980-nuestro-amado-qmubarakq

* Amadeo Martínez Inglés es coronel en la reserva del Ejército de Tierra español. Republicano declarado, en los últimos años se ha dedicado a investigar concienzudamente los claroscuros del golpe de Estado del 23 de Febrero de 1981, publicando varios libros sobre la materia.

Los conflictos sociales que vienen

Los conflictos sociales que vienen

José Félix Tezanos

Sistema Digital

17/02/2011

Los conflictos sociales que han estallado en Túnez, Egipto y otros países norteafricanos han causado sorpresa en los países occidentales, de forma que en poco tiempo se ha pasado de dedicar a estos países una atención bastante tenue y benevolente en los medios de comunicación social, a una desbordante atención informativa-editorializada y comprometida. Parece que con este proceder algunos medios intentan compensar la escasa atención anterior, al tiempo que se echa en cara –no se sabe muy bien a quién– que tales protestas y movilizaciones no hayan sido previstas.

La realidad es que prácticamente lo mismo ocurrió hace bien poco con los “levantamientos” juveniles de los barrios de la periferia de París, o con las airadas protestas de los jóvenes griegos que precedieron a las huelgas generales y movilizaciones posteriores, o con el estallido de violencia que protagonizaron decenas de miles de jóvenes ingleses, que zarandearon el coche del heredero y asaltaron la sede del Partido Liberal en Londres.

En los países norteafricanos también se han asaltado y quemado sedes de los partidos oficialistas, en medio de un tipo de conflictos y revueltas que son más masivas, potencialmente más persistentes en el tiempo, que implican a más sectores de población (no sólo jóvenes), y que tienen motivaciones más diversas y, posiblemente, más emocionalmente arraigadas.

Pero en todos estos casos subyace la presencia de un tipo de ira social juvenil que, en contra de lo que algunos arguyen ahora, sí era predecible, y de hecho ha venido siendo anunciada por algunos analistas y sociólogos, entre los que me encuentro, como pueden dar cuenta varios libros, informes y artículos.

Uno de los problemas de fondo de nuestras sociedades actuales –no sólo las occidentales– es que las desigualdades y brechas sociales se están ensanchando y que buena parte de los jóvenes están padeciendo procesos de exclusión social. Una exclusión social que presenta diferentes facetas (laboral, económica, residencial, política, cultural…). En algunos países a todo esto se añaden dimensiones abiertamente políticas (falta de democracia y de libertades) y situaciones insufribles de corrupción y de monarquización familista y apropiadora del poder y los privilegios.

Todo lo cual, en sociedades con una alta proporción de jóvenes preparados, que no encuentran posibilidades vitales concordantes con sus expectativas y sus niveles educativos, ha ido conformando situaciones inflamables. En muchos de estos casos, tanto en países occidentales como norteafricanos, sólo ha sido necesario que saltara una chispa para que los ambientes inflamables acabaran por explotar. Además, con las ventajas comunicativas que ofrecen los móviles e Internet para la movilización de unas generaciones especialmente duchas en el arte de sacar provecho a estas tecnologías.

Es difícil saber, hoy por hoy, a dónde pueden conducir finalmente las revueltas de los países norteafricanos, ya que una de las características de estos conflictos –en contraste con los que se produjeron en las sociedades industriales en sus primeras etapas– es que no han tenido una adecuada traducción política organizativa. En los contextos en los que tuvieron lugar los conflictos suscitados por la “cuestión social” en las sociedades industriales, existían unas organizaciones sindicales y políticas que estructuraban las movilizaciones, las daban en sentido ideológico y político preciso y posibilitaban vías racionales para alcanzar objetivos y para transitar caminos de reformas predecibles. En cambio, ahora todo está mucho más abierto. La nueva “cuestión social” emergente (conectada a la exclusión social) apenas ha sido teorizada políticamente y prácticamente no hay partidos, ni organizaciones sociales que la hayan “hecho suya”, que hayan promovido un tejido asociativo que permita fijar objetivos y estratégicas predecibles y negociables, como hicieron en su tiempo los sindicatos y los partidos obreros.

Por eso, los estallidos de violencia y las manifestaciones juveniles de ira social en occidente son –al menos de momento– un tanto espasmódicas. Aparecen y desaparecen y ninguna organización de entidad las da continuidad y proyección duradera en la esfera política.

Sin embargo, en los países norteafricanos, en la medida que la ira juvenil aparece mezclada con otras motivaciones y realidades políticas y culturales, es harto probable que, al final, sean las organizaciones más organizadas y asentadas las que acaben vehiculizando el malestar social existente y quizás logren reorientar las revueltas hacia otro tipo de objetivos políticos alejados del sentir y de los deseos de muchos jóvenes excluidos. Habrá que ver, pues, si en estos casos los vacíos políticos y organizativos existentes acaban siendo llenados por lo que realmente “existe”, como tantas veces ha ocurrido en el devenir histórico.

Pero, más allá de la probabilidad de algunos desenlaces políticos plausibles, hay que entender que estamos ante problemas sociológicos de fondo que están creando un caldo de cultivo que, si no hay cambios en nuestras sociedades, acabará dando la cara. El 43% de paro juvenil que existe en España, y la misma circunstancia de que el 50% de los 4.700.000 parados tengan menos de 34 años, es un hecho realmente alarmante, al que se unen otras circunstancias de exclusión residencial, retrasos en los calendarios vitales, precarización laboral, becarización, desafección política, etc. ¿Creen sinceramente los pontífices del oficialismo económico imperante que todos estos jóvenes excluidos e infraposicionados se van a quedar indefinidamente de brazos cruzados, resignándose a tan pobre futuro, en sociedades en las que incluso en períodos de crisis hay unos pocos que continúan enriqueciéndose a todo trapo? Harían bien los ingenuos y simplistas en leerse alguno de los cuatro libros en los que varios investigadores del GETS* hemos dado cuenta de los resultados de nuestra investigación sobre “Juventud y exclusión social”. Y luego no digan que nadie lo advirtió.

————————-
* José Félix Tezanos, Juan José Villalón y Verónica Díaz, “Tendencias de cambio de las identidades y valores de los jóvenes en España. 1995-2007”, INJUVE, Madrid, 2008; José Félix Tezanos, Juan José Villalón y Verónica Díaz Moreno, “La juventud hoy: entre la exclusión y la acción. Tendencias de identidades, valores y exclusión social de las personas jóvenes”, INJUVE, Madrid. 2009; José Félix Tezanos (ed.), “Juventud y exclusión social”, Editorial Sistema, Madrid, 2009; José Félix Tezanos, Juan José Villalón, Verónica Díaz y Vania Bravo, “El horizonte social y político de la juventud española”, INJUVE-Fundación Sistema, Madrid, 2010.
´El mayor esperpento del 23-F es que fue Tejero el que hizo que no triunfara´

´El mayor esperpento del 23-F es que fue Tejero el que hizo que no triunfara´

José Luis Pitarch cuestiona el desconocimiento del rey de lo que sucedió hace 30 años

F. Guijarro Palma

Diario de Mallorca

22/02/2011

El carácter esperpéntico del golpe del 23-F, las dudas respecto a si el Rey tenía o no conocimiento de lo que iba a suceder, y las deficiencias de la Transición española fueron algunos de los pilares sobre los que ayer giró la intervención de José Luis Pitarch, presidente de la Unidad Cívica por la República en España y ex militar de la UMD, en el Club Diario de Mallorca. Y en su opinión, ese carácter esperpéntico queda reflejado en el hecho de que, en su opinión, el propio ex teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero, terminara convirtiéndose en uno de los principales responsables de su fracaso.

En concreto, Pitarch recordó que Tejero impidió que el general Alfonso Armada entrara en el Congreso para hablar con los diputados, y consideró que la intención de este último era convencer a los representantes políticos de organizar un Gobierno bajo su presidencia pero con representantes de todos los partidos. “Si eso hubiera aparecido en el Boletín Oficial del Estado no sabemos cómo habría acabado todo”.

El presidente de la UCxR también puso en duda el desconocimiento que el Rey pudiera tener de todo lo que iba a suceder, y recordó que los dos principales militares implicados, como eran Alfonso Armada y Jaime Milans del Bosch, se caracterizaban también por ser extremadamente monárquicos.

Según Pitarch, la intención inicial era dar “un golpe blando” que concluyera con un Gobierno presidido por un militar pero con miembros de todas las formaciones políticas. Sin embargo, las imagenes de tanques en las calles y de lo sucedido en el interior de la Cámara trastocaron esos planes, al dar una imagen de golpe duro, lo que en su opinión hubiera obligado a Don Juan Carlos a “salir” del plan, “en el caso en que hubiera tenido conocimiento de él”. Eso permitió, además, ofrecer la imagen de “Rey salvador”, según indicó.

El presidente de la UCxR cuestionó también el posterior juicio, y se mostró extremadamente crítico con el hecho de que militares que habían sido partidarios del golpe hubieran sido ascendidos y algunos llegado a general, trato que en ningún caso se tuvo con los que pertenecieron a la Unión Militar Democrática (UMD), ni siquiera a título póstumo.

Según José Luis Pitarch, se llegó al 23-F por diversos factores, como la existencia de un Ejercito que todavía consideraba tener derecho a veto sobre la evolución política, que además era el objetivo del terrorismo y que veía el Estado de las Autonomías como un claro riesgo de fragmentación de España.

En cuanto a la Transición, señaló que “los franquistas les dijeron a los demócratas que si querían celebrar elecciones debían aceptar todo el paquete, incluida la Monarquía, y que en caso contrario los militares seguirían en el poder algunos años más e incluso podrían acabar algunos en la cárcel”.

Además, subrayó que “España es el único país de Europa con una absoluta impunidad del fascismo”, y recordó que el Partido Popular tiene como presidente a una persona “que firmó condenas de muerte”.

En su opinión, esta Transición “pactada y controlada” es la que ha conducido a una Ley de Memoria Histórica “que no se atreve a llegar hasta donde debería”.

Convocatoria de referéndum

José Luis Pitarch se declaró partidario de la convocatoria de un referéndum para determinar si Felipe de Borbón debe llegar a Rey, y acusó a la institución monárquica de vulnerar la declaración de los Derechos Humanos respecto a la igualdad entre todas las personas, e incluso la Constitución española en la que se recoge que el acceso a los cargos públicos se hará por mérito y capacidad.

En relación a este punto, consideró que en España comienza a desarrollarse un movimiento en favor de una III República, y defendió ante los presentes la necesidad de movilizarse y darse a conocer.

En este acto participó también el presidente de la UCxR en Balears, Miguel Mascaró, que recordó la defensa que esta organización hace de los “valores democráticos y republicanos”. La presentación corrió a cargo del abogado laboralista Ferrán Gomila.

http://www.diariodemallorca.es/mallorca/2011/02/22/mayor-esperpento-23-f-tejero-hizo-triunfara/647531.html

* En la fotografía, de izquierda a derecha, Ferrán Gomila, José Luis Pitarch y Miguel Mascaró.

Siete preguntas sobre el 23-F

Siete preguntas sobre el 23-F

Ignacio Escolar

Escolar.net

24/02/2011

Habla Juan Carlos de Borbón: “Se conoce toda la verdad y si no se la inventan por ahí”. Sin ánimo de entrar en conspiranoias, a mí me siguen quedando al menos siete preguntas sobre lo que pasó después con los golpistas.

1. ¿Por qué únicamente se juzgó a 33 personas por el 23-F, cuando sólo en el asalto del Congreso participaron más de cien militares, entre soldados y guardias civiles? ¿Por qué se aceptó el acuerdo de rendición de los golpistas –el llamado “pacto del capó”– a pesar de que no tenía validez legal alguna?

2. ¿Por qué ni siquiera fueron procesados varios oficiales del Ejército que también asaltaron el Congreso?

3. ¿Por qué el Gobierno de Felipe aplicó después todo tipo de beneficios penitenciarios?

4. ¿Por qué en 1987, a los seis años, sólo quedaban entre rejas cuatro golpistas?

5. ¿Por qué el Gobierno indultó al general Alfonso Armada en 1988, cuando sólo había cumplido una cuarta parte de su condena? Su abogado argumentó que padecía “una enfermedad grave e incurable” y ahí lo tienen, con su mala salud de hierro. Ayer dijo que está “satisfecho” de lo que hizo.

6. ¿Por qué la Fiscalía no se opuso a la excarcelación de Jaime Milans del Bosch y Ussia en 1990, cuando sólo había cumplido un tercio de su condena, a pesar de su nulo arrepentimiento? “Volvería a hacer lo mismo. La situación de España era y sigue siendo más grave que la de 1936”, aseguró en una entrevista a Interviú, en 1985.

7. ¿Por qué los golpistas que fueron expulsados del Ejército y la Guardia Civil (menos de la mitad de los condenados, la mayoría se reincorporó) siguieron cobrando el 80% de su sueldo base en concepto de “derechos pasivos”? ¿Por qué Tejero todavía hoy cobra ese salario?

http://www.escolar.net/MT/archives/2011/02/siete-preguntas-sobre-el-23-f.html

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, aceptas el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad