F. Franco
La Opinión de Zamora
19/02/2011
Los militares. Lo que afirma Palacios, autor en la editorial Libros Libres de «23-F, el rey y su secreto», es que no fue un golpe de involución ni lo tramaron militares descontentos. Al contrario, destaca cómo las Fuerzas Armadas permanecieron leales a la Corona durante toda la Transición. Armada tenía que ser presidente de un Gobierno de excepción, en el que habría representación pluripartidista. El Cesid fue el eje de la operación, y Estados Unidos dio su apoyo. Todo el arco parlamentario con el PSOE de Felipe González a la cabeza – «sin cuyo asentimiento no se hubiera llevado a cabo la operación» – apoyaban la formación de un gobierno de concentración cuyo objetivo era el redondeo de la Transición y de la propia democracia».
Un caos alrededor. Había que poner orden en plena descomposición de la UCD. Suárez, ya en el año 80, era un problema para la democracia: es un año de gran vacío de poder. Así, la nomenclatura política -de Felipe González a Manuel Fraga, de la Conferencia Episcopal a la CEOE y los barones de la UCD- hace presión sobre las más altas esferas para reformar la Constitución, quitar de ella el término «nacionalidades», corregir el Título VIII, que regula el sistema autonómico y reconducir a los nacionalismos mediante la reforma de la ley electoral.
Una doble fase. La operación se desarrollaría en dos fases, según Palacios: la primera al margen de la legalidad institucional con un «supuesto anticonstitucional máximo» que sería encarnado por el teniente coronel Tejero con una imagen de elemento de involución; la segunda fase, que fracasó, llevaría al general Armada al Congreso donde desalojaría a Tejero y haría aprobar por toda la cámara la propuesta de gobierno de concentración previamente consensuado por los grupos. «Tejero -explica-, a quien no le han explicado todo el desarrollo del plan, ve quiénes formarían aquel Gobierno (con González en la vicepresidencia) y niega el paso a Armada. En aquel momento todo termina y todos los que estaban involucrados se desentienden y señalan a Armada como el gran traidor».
Cosa de Tejero. El guardia civil sublevado quería una Junta Militar presidida por Milans, es decir, una fórmula similar a la de Primo de Rivera en 1923. El coronel Tejero, sublevado en Madrid, no obedeció a Armada. La «operación De Gaulle» a la española fracasó y todo el tinglado del CESID se vino abajo, según Palacios.
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