Hugo Martínez Abarca

Quien mucho abarca

24/06/2010

En los últimos años son varios los síntomas de colapso del modelo. La movilización contra la impunidad de los crímenes del franquismo revela un hartazgo de algunos de los cimientos sobre los que se construye nuestro régimen político. La virulencia con la que ha reaccionado el Poder Judicial ante un tímido intento de introducir la investigación de crímenes contra la humanidad y, sobre todo, de democratizar la memoria histórica revela que uno de los cimientos del Régimen de la Transición es impedir que nuestra memoria apele a la II República como antecedente democrático sobre el que construir más democracia y repudie un régimen criminal como la dictadura de Franco.

Ejes para un nuevo programa político, I Asamblea de Refundación de la Izquierda, pág. 38

Desde hace varios días la Red contra la impunidad del franquismo convocaba dos actos para hoy. Una proyección del maravilloso vídeo contra la impunidad* que ha generado tanta bilis negra de la ultraderecha franquista se celebraría en la sala Clara Campoamor del Congreso de los Diputados. Al terminar se iría a la Puerta del Sol a la concentración que todos los jueves a las 20h se celebra allí para protestar por la impunidad del franquismo.

Ayer a última hora se supo que la Mesa del Congreso de los Diputados prohibía tal proyección por acuerdo del PP y del PSOE con la aquiescencia del PNV y CiU. La justificación, al parecer, es que tampoco se dejó proyectar una película de José Luis Cuerda, pero la comparación es absurda dado que el vídeo que se iba a proyectar hoy no tenía ningún objetivo comercial (supongo que más bien habrá costado dinero y tiempo) sino político, ético. Y se supone que el Congreso de los Diputados es un lugar privilegiado para hacer Política. De hecho en la Sala Campoamor se celebran habitualmente jornadas, debates, etc promovidos por tal o cual grupo parlamentario e incluso por corrientes internas de partidos.

El problema real, de nuevo, es que la impunidad es uno de los pilares del régimen de la Transición y sus guardianes más rancios tratan de remendar groseramente el agujero cada vez más grande de la memoria democrática. Entre esos guardianes destaca el presidente del Congreso, José Bono, que en un supuesto homenaje a los presos políticos del franquismo les prohibió exhibir su bandera, la republicana, convirtiendo el homenaje en humillación, en la exhibición de que siguen siendo los derrotados. Peor aún fue cuando como ministro de defensa hizo desfilar como iguales a un ex-combatiente de la División Azul que Franco envió para ayudar a Hitler y a uno de tantos republicanos que luchó con la resistencia francesa para derrocar el fascismo alemán tras haber combatido al español.

Es la lógica de los dos bandos con idéntica legitimidad, idéntica responsabilidad, idénticas manchas sangrientas… sobre la que se apoya buena parte de nuestra memoria oficial y que define la identidad nacional que marca la Transición: la que no repudia la herencia franquista porque la Historia no se puede cambiar, la que se niega a considerar héroes nacionales a quienes combatieron contra el fascismo porque en ambos bandos hubo cosas mal hechas. La que afirma que permitir que cicatricen las heridas es reabrirlas, como si ocultar la herida fuera curarla.

La Transición está agotada por muchos costurones que colapsan. Uno de ellos es el de la identidad democrática que se niega desde un régimen que no sabe renunciar a la herencia franquista. Es casi más reveladora la unanimidad de una Mesa del Congreso impidiendo un homenaje a los desaparecidos de una dictadura que el vídeo con el que nos íbamos a emocionar de nuevo.

http://blogs.tercerainformacion.es/iiirepublica/2010/06/24/las-costuras-viejas-de-la-transicion/

* Vídeo publicado en nuestro blog el pasado día 17 de junio de 2010.
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