Ahora sin embargo, los muñecos de ventrílocuo hablan de ‘circo mediático’ cuando que yo sepa sólo se ejerce en el lugar, el trabajo solitario y respetuoso de unos profesionales que hacen los cálculos precisos para encontrar las tumbas de los que la ley de la Memoria Histórica autoriza buscar por un derecho que trasciende el interés al que tan habituados estamos, enmarcándose más en el contexto que nos hace verdaderamente humanos. Les pregunto: ¿ Dónde están ubicadas las cámaras que retransmiten el desenterramiento las 24 horas del día? ¿Dónde está la muchedumbre que se agolpa a la vera de los olivares esperando ver las calaveras? ¿Dónde están las noticias al respecto que inunden los telediarios nacionales e internacionales, los programas dedicados a la carnaza, y donde los periódicos repletos de la noticia mediática?. En todo caso, sólo se escucha el revoloteo de la familia del Universal poeta decir no, y del grupo de apóstoles que gustan del “monoteísmo” que da favor y poder, repetir no. Lorca, su cuerpo, su esqueleto y el envoltorio según las leyes pertenece a esa familia que nadie elige (que mas quisiéramos) pero que llegado el caso domina con o sin razón, así es la ley.
Pero la obra de Federico García Lorca, no fue concebida para que fuera leída sólo por su sobrina nieta (aunque pueda permitirse el lujo de vivir de ello), o por cualquier otro miembro de su familia; la obra de Lorca es universal porque él lo quiso al publicar y porque el público del mundo entero así lo reconoció, y el alma del Poeta Universal, guste o no a la familia y sus acólitos, trasciende; pertenece a todos los que de manera respetuosa y callada admiramos sus versos, la maestría de sus metáforas, su teatro magistral entre la tragedia griega de más de dos mil años y los problemas del mundo de ahora, la misma tragedia a fin de cuentas, sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor.
Por eso, tanto a la familia como sus acólitos debe quedarles claro que a muchos, a esta mayoría silenciosa no nos mueve el morbo de unos huesos, sino la dignidad de tantos huesos desparramados por la decisión arbitraria de un puñado de asesinos. No basta con declarar por decreto ley como dice Laura García el lugar como “camposanto” se trata de sacar a la luz ahora que hay luz, todo lo que otros apagaron con un fusil, una pistola de gracia y una pala echando tierra sobre cuerpos inertes para siempre.
No es el cuerpo descompuesto lo que se quiere rescatar del cruel olvido, es la dignidad que quedó atrapada en aquel hoyo la que hay que dejar volar libre.
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