DOS O TRES COSAS QUE SÉ DE LACAN
Eran Tiempos Modernos. Un mostrador pequeño, libros escondidos y gente, que venía y venía.
Las serpientes invadían nuestros sueños, pero un árbol imposible daba sombra.
En esto llegó Lacan. Y mandó seguir.
Y en largas noches de cercana comunión, el argumento se hacía vinagre, el corazón del tamaño del mundo.
El perseguidor nos acompañaba, el “Hombre que yo quiero” sonaba por las venas.
Y Weather Report y tantos otros.
Mientras, nuestro decano sacaba a pasear a Dora.
Aquellas tardes con Julia
Una consigna: Lucha de clases/ y sexualidad.
No había ni armarios de los que salir.
Granada era una fiesta.
Althusser preguntaba: ¿todos comunistas?
A la vez, pasábamos las hojas de la lección/ los sentidos al descubierto.
Los Diarios de Brecht, “las Albertianas” y el Mundo Obrero, para la señora y el caballero.
Fuentevaqueros, con su voz por los tejados.
Descubrimos ideologías/ pisamos la tierra y, al mismo tiempo, el cielo abierto.
Llegaban Comediantes/ un terremoto sacudía nuestros corazones.
La Garnacha, el Free, el Anarquista, poblaban nuestras noches de calma y voluptuosidad.
Aquel viaje al París del Ruedo Ibérico.
Y la visita raté al tío Luís/ no teníamos maestros, sino parientes por línea de radical historicidad.
También tuvimos Claveles rojos/ desde un seiscientos clamábamos: “¡Estamos aquí!”.
Los trenes rigurosamente vigilados/ la muerte, ¿cómo no?, en Venecia.
La Teoría indicaba el camino.
Enamorados de Sara/ era uno de los nuestros.
Después llegó la bandera,
El tema 83, la democracia.
Y transitamos, de pié.
De lo pasado, no lo voy a negar/ heridas que esperan un diván.
Encuentros aplazados.
Y un largo adiós.
Y otra lección, de solidaridad.
Hoy, malos tiempos para la ética, necesitamos una aspirina del tamaño del mundo.
¡Queda la palabra!
Y la inferencia de la mejor explicación.
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