Antonio Márquez de Alcalá*
15/04/2012
Nadie es patria. Todos los somos”
Jorge Luis Borges
Los integrantes de toda una generación de españoles, nacidos tras la
llamada transición, hemos sido socializados en los valores de lo que, en
realidad, fue un pacto leonino por el cual las fuerzas derechistas y herederas
de la dictadura impusieron, bajo la amenaza de una segunda guerra civil, la
conservación de sus privilegios a una izquierda timorata y debilitada por cuatro
decenios de fascismo. Entre esos privilegios que las clases dominantes y el
postfranquismo se arrogaron tácitamente, pero a punta de pistola, está uno de
capital importancia: la identidad nacional española, el imaginario sobre aquello
en lo que consiste ser y no ser español. Y el hecho de que la izquierda
renunciara a toda la tradición, simbología e identidad nacional republicana en
aras de la concordia, ha sido uno de los factores que más ha debilitado con el
paso de los años a la izquierda política, sindical y, sobre todo, social, al
desproveerla de un aglutinante identitario de primer orden. No es casualidad,
por tanto, que la izquierda y los movimientos contestatarios hayan conservado
más fuerza principalmente en aquellos ámbitos geográficos que cuentan con
imaginarios nacionales alternativos, como son Euskal Herría y Catalunya.
Muchos hemos crecido asumiendo que España es, y sólo puede ser, la bandera
rojigualda impuesta por los militares golpistas del 36, la llamada “fiesta
nacional” taurina, la celebración anual de la conquista y genocidio de América
cada 12 de octubre – el “día de la raza” –, la monarquía elegida a dedo por el
generalísimo, un himno sin letra alguna, el desprecio hacia el extranjero cuando
es pobre – en buena sintonía con las tradiciones feudales de pureza de sangre –
y el servilismo hacia el extranjero cuando es poderoso. Y por supuesto, en esa
idea de España se incluye el desprecio al trabajo y a la clase trabajadora
española en su conjunto; los mismos clanes parasitarios que durante cinco siglos
han combatido todo avance social y han procurado mantenerse al margen de los
“oficios viles” y de quienes los practicaban – los trabajadores – fueron los
artífices de la transición y son hoy los principales responsables de la crisis y
de una gestión de la misma absolutamente antisocial.
Es esa casta parasitaria de banqueros, terratenientes, rentistas y
propietarios de las mayores fortunas de nuestro país, y sus representantes
políticos, que se dicen patriotas, la que califica de “antiespaña” a la mayoría
de los trabajadores y ciudadanos. Son quienes difunden la idea del trabajador
español holgazán, a pesar de ser en realidad uno de los que más horas y con
mayor esfuerzo trabaja en Europa. Son los mismos que, a pesar de decirse
patriotas, deciden – junto con el PSOE – reformar la Constitución para priorizar
el pago de una deuda ilegítima a los acreedores extranjeros por encima de la
defensa del bienestar y los derechos adquiridos de la ciudadanía, y que cuyo
plan estratégico para salir de la crisis consiste en convertir a España entera
en un gran casino a través de: el desmantelamiento del Estado del bienestar, el
saqueo de la propiedad pública, el intento de reanimación chapucera del cadáver
de la burbuja inmobiliaria, el fomento del turismo antiecológico, la amnistía
para la evasión de impuestos de las grandes fortunas, y la aplicación de la
legislación antiterrorista frente a la protesta pacífica. Incluso hemos podido
ver recientemente como el mismo Rajoy ha corrido como si no hubiera un mañana a
presentarle su plan económico a Merkel y Sarkozy para obtener su aprobación,
mientras que ha callado cuando este último ha utilizado el ejemplo de la
situación económica española para agitar el miedo entre el electorado francés,
consiguiendo que haya tenido que ser la oposición francesa quien dé la cara por
España. El objetivo de esa casta que se electriza ante los toros y las
rojigualdas es obvio: una vez más, conservar sus privilegios a costa de lo que
sea, incluso de transformar un país entero en una región dependiente. El
subdesarrollo económico y social es su proyecto político para salvar sus
muebles.
Obviamente los principales hitos democráticos de la historia de España en
general, y de la República en particular, casan bastante mal con aquellos
valores y con estas políticas. Los valores de participación política, equidad
social y dignidad nacional que representó el proyecto republicano implican una
concepción del mundo político y social diametralmente opuesta. Es perfectamente
lógico que la derecha y los grupos de poder económico y mediático abominen de
cualquier pretensión de recuperación de nuestra memoria histórica, así como ante
cualquier movimiento de cuestionamiento del régimen de la transición o de
protesta ante la actual situación político-económica. Movimientos integrados en
gran medida por jóvenes, como el 15M o la primavera valenciana, que ya no creen
en los mitos inculcados, el movimiento por la recuperación de la memoria
histórica, la marea verde en defensa de la educación y los servicios públicos,
las movilizaciones populares contra los desahucios, el giro más combativo de los
sindicatos, son muestras abrumadoras de descontento ante un sistema que huele a
podrido. Y la peste se hace tanto más insoportable al difundirse la conciencia
de que han sido precisamente los privilegiados del régimen y sus representantes,
con la familia real a la cabeza, los primeros en saltarse todos los consensos y
en romper cualquier pacto, aprovechando una crisis que les ha salido muy
rentable. ¿Por qué seguir respetando a esa casta y acatando unos acuerdos que ni
siquiera ellos mismos cumplen? ¿Por qué seguir creyéndonos su patriotismo
casposo, hipócrita y de boquilla que se traduce en un antipatriotismo militante
en los hechos? ¿Por qué continuar asumiendo toda su simbología y sus mitos?
España será lo que decidamos los españoles, lo que decidamos quienes
constituimos el 99%. ¿Para cuando una marea tricolor?
* Antonio Márquez de Alcalá es sociólogo y militante de IU.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=148002

** Visión actualizada de los goyescos “Los fusilamientos del 3 de mayo”, a cargo del artista pacogarabato.

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