01/06/2012
En España hay muchos patriotas. O patrioteros. Probablemente sean los mismos
que han producido una fuga de capitales de 97.000 millones desde octubre del
pasado año, de ellos, 65.000 en tan sólo el mes de marzo.
Dicen que los bancos suizos han tenido que contratar a empleados españoles
para poder atender adecuadamente la gran demanda de “clientes” que acuden cada
día a las oficinas bancarias helvéticas. También acuden a bancos de Holanda o
Alemania, porque a lo que se ve, el gobierno del “patriota” Rajoy no les merece
mucha confianza y antes de que los coja el corralito ponen sus millones a buen
recaudo.
Fuentes de la información económica calculan que desde julio del pasado año y
teniendo en cuenta las estimaciones para los meses de abril y mayo, más de
200.000 millones de euros han salido de los depósitos patrios para recabar en la
seguridad suiza. Es decir, 20 veces lo que se ha recortado dejando sin Sanidad y
Educación públicas a otros patriotas sin carnet.
Lo cual no quita para que sus titulares no sean depositarios de las más puras
esencias del patriotismo al uso: monárquicos, católicos, de derechas,
centralistas y con una unidad de destino en lo universal, con parada en Ginebra.
Los patriotas acuden a manifestaciones en defensa del derecho a la vida,
convocadas por los obispos, pero una vez nacidos les importa un rábano que
tengan o no trabajo, sanidad o educación, y aplauden y solicitan nuevos recortes
cuando hay ya seis millones de parados y dos millones de niños en pobreza
técnica.
A los patriotas de opereta les molesta que los hinchas de algunos equipos
silben al himno y al rey, y no les molesta que tengamos menos soberanía que un
higo chumbo para tomar decisiones lesivas para la mayoría de los ciudadanos y
que nuestros gobernantes, vayan, perrunamente y como perritos falderos detrás de  los líderes o mercados del momento.
El patriotismo, regido por el punto más duro de la pupila y el cerebro, no
entiende de solidaridades y esfuerzos fiscales. La Iglesia, también muy
patriótica, es la mayor propietaria de bienes inmuebles del país y no paga un
céntimo en impuestos. Los directivos de los bancos y cajas de ahorros con
mayores agujeros son los que han cobrando las mayores indemnizaciones. Todos,
tenían en su despacho gloriosas banderas nacionales y la foto del monarca, antes
de despertarse en Bostwana con una cadera rota.
Una cosa es la exactitud y otra la transparencia. Ellos aman a una patria
ideal, que los mantiene en el confort de sus yates, sus curias y sedes obispales
y sus Rolex de oro, pero su única patria, en realidad, son los ceros de su
cuenta cifrada. Que no tiene bandera. Ni himno.
Perdida la ingenuidad de un himno sin letra, un rey que se cae más que una
mula vieja y una bandera que la mayoría de las veces sirve para envolver lo que
se roba, hay demasiada charanga, demasiado ornamento, porque cuando las primas
de riesgo se ponen farrucas a los patriotas se les escapa el patriotismo en la
carrera al aeropuerto de Berna. Probablemente por el ano.
* Chiste de Forges publicado originariamente en 1976, con motivo del lanzamiento del disco “Forgesound”. La viñeta ilustró la canción “¡Ay Suiza, patria querida!”, interpretada por el cantautor Luis Eduardo Aute.
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