José María García Labrac*

Ideal
01/07/2015
Nos has abandonado demasiado pronto, Gregorio. Te has marchado, sin hacer ruido, cuando más te necesitábamos. La noticia de tu muerte nos dejó helados, no podíamos creerla. Esperamos unas horas antes de hacer público nuestro pésame porque tuvimos que hablar con Fernando de Villena para que nos confirmara tu fallecimiento. Nuestro desconcierto era absoluto.
Han pasado los días y continuamos igual, sin aliento, machacados por el abrupto final de tu vida. Apenas unas semanas antes del fatídico domingo 21 de junio, nos habías enviado una propuesta de llamamiento a la unidad republicana, un borrador del texto que tenía que aprobar la asamblea andaluza de UCAR para conmemorar el primer aniversario de la proclamación impuesta de Felipe VI como rey de España. Te lo pedimos a última hora, a través de WhatsApp y con nuestra urgencia habitual. Lo enviaste al cabo de un par de días, con tu sempiterna eficacia, tu maestría de orfebre del castellano, tu claridad de republicano azañista.
Hace diez años, concretamente el 25 de abril de 2005, fundamos juntos UCAR-Granada en los sótanos del Colegio Mayor Isabel la Católica. Yo te conocí en persona aquella tarde. Te había descubierto bastante tiempo atrás, en el Instituto Miguel de Cervantes de la Bola de Oro, cuando Pablo Alcázar, magnífico profesor de Lengua y Literatura, nos entregó  una copia impresa de tu ‘Verdad y ficción de la novela española contemporánea’. Aquel artículo de investigación me marcó profundamente, desvelándome las miserias de la literatura lacaya del poder. También me ayudó en el desmontaje del mito de la Inmaculada Transición, un mito en el que había sido educado y adoctrinado. Posteriormente, había seguido tu trayectoria en las páginas de opinión del periódico Ideal, disfrutando de tu manejo del lenguaje, sorprendido por tu disidencia, asombrado de la inagotable libertad que latía en todas aquellas columnas. 
Al acabar el acto de constitución del colectivo republicano, compartimos autobús de regreso a casa. Todavía recuerdo retazos de aquella conversación, el orgullo que sentí al compartir militancia contigo, la ilusión y la fe que depositabas en nuestro proyecto. Pasaron los años y perdimos el contacto. Te recuperamos para la asociación en junio de 2010, una vez retomado con fuerza el espíritu fundacional de UCAR, que había languidecido en los últimos tiempos.
Desde entonces, fuiste el mejor cronista de las cenas republicanas, el divulgador perfecto de nuestras iniciativas, el representante ideal ante la Junta Directiva Federal de UCR (tus informes de las reuniones con los compañeros de Madrid eran antológicos, precisos, contundentes). 
El 2 de junio de 2014, tras el anuncio oficial de la abdicación de Juan Carlos I, nos encontramos contigo en la concentración proreferéndum de la Plaza del Carmen (sí, la que desembocó en una manifestación improvisada y masiva hasta los Jardines del Triunfo). Parecías un niño con zapatos nuevos. Estabas radiante de felicidad, esperanzado en el futuro, emocionado de ver tanta gente reclamando el derecho a decidir nuestro porvenir. No parabas de abrazarte con diestro y siniestro, celebrando con tu vitalidad aquella fiesta de la democracia. A partir de ese día, tu actividad republicana fue frenética. Quién iba a pensar entonces que estabas apurando el recodo definitivo de tu biografía.
En el XIX Congreso Federal de Izquierda Republicana, celebrado en el Club de Amigos de la Unesco de Madrid el pasado 7 de febrero, fuiste elegido miembro de la Comisión Ejecutiva del partido de don Manuel Azaña, embarcándote además en la aventura de resucitar la histórica revista ‘Política’, dirigiendo la nueva etapa de la veterana publicación. La maldita parca solamente te permitió sacar un número a la calle.
Has dejado inconcluso un gran proyecto: la Academia Republicana de las Artes, las Ciencias y las Letras, el desafío que alentó tus sueños de intelectual comprometido con el destino de su pueblo. Nuestra asociación contribuirá a hacerlo posible, en la medida de nuestras modestas posibilidades. 
Nos despedimos de ti, amigo Gregorio, seguros de que siempre estarás con nosotros. Tu obra literaria no morirá nunca. Tu ejemplo de republicano cabal nos acompañará en las batallas que están por llegar. Tu patriotismo ciudadano, tu manera de sentirte español, ayudará a desterrar prejuicios en la construcción de esa otra España posible que necesitamos. 
Cuando la sociedad civil alumbre la III República, el país digno y decente por el que tanto luchaste, tu sonrisa victoriosa estará presente en cada plaza, en cada hogar, en cada rostro. La sonrisa constituyente del compañero eterno al que sólo pudo vencer la muerte.   
Hasta siempre, querido Gregorio. Un placer haberte conocido.

* El autor es el presidente de UCAR-Granada, el colectivo republicano en el que militaba el escritor Gregorio Morales Villena (1952-2015).

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