Miguel Pastrana de Almeida**
16/01/2012
Para mí, la República encarna un ideal de progreso y justicia compartidos. En definitiva, una vida mejor para todos. Esto ha sido siempre así en todas las latitudes. Allí donde había un avance social, cultural, científico… de relieve, éste aparecía siempre vinculado a la superación del régimen monárquico-feudal, por la República de ciudadanos y ciudadanas.
¿Qué ha pasado entonces en España? Yo sólo quiero retener una idea: la restauración monárquica sobre las dos breves repúblicas que hemos tenido, ha estado invariablemente ligada a los intereses más oscuros.

En concreto, la segunda Restauración, fue obra del asesino de masas colocado en el poder por Hitler. Me refiero, como es obvio, a Franco.
Si otras monarquías europeas pueden, quizá, exhibir un cierto historial de resistencia al fascismo, caso de Inglaterra, Noruega u Holanda, sin que eso – conste – las haga tampoco menos anacrónicas, la impuesta en España ni aún eso puede alegar. Todo lo contrario: es una monarquía fruto de la dictadura fascista que masacró al Pueblo español. De ahí también la importancia de la Verdad, la Justicia y la Reparación. De la Memoria colectiva. Aunque murieron personas a ambos lados de las trincheras, y la muerte es siempre algo terrible, lo cierto es que unos perecieron defendiendo la legalidad democrática republicana, y otros no. Hay que tenerlo siempre presente, con independencia de la memoria personal y familiar.
Esto, que puede parecer una elipsis histórica, sirve sin embargo para ir al nódulo de la cuestión. A mi entender: que la Monarquía sirve a intereses particulares y distintos a los generales de la población. Todas las monarquías lo hacen -en eso consiste, en puridad, la institución: en la propiedad privada de algo que debiera ser tan público como la Jefatura del Estado. Pero, en el caso de la Monarquía de aquí, por el origen antes referido, el problema resulta especialmente grave, como ha venido a poner en evidencia la crisis económica: el Régimen constituido en torno a la Monarquía se está demostrando dramáticamente incompatible con la existencia de la Nación y la supervivencia del Pueblo.
Ésto, a mi parecer, resulta lo esencial; tanto, o más, que la deseable unidad de quienes ya somos republicanos, republicanas: la asunción por la mayoría de la sociedad, del ideal republicano, no ya sólo como algo justo y deseable -que lo es- sino como algo necesario también. En lisas palabras, o cambiamos lo fundamental del Régimen que impera en España, o poco podremos cambiar. Y ese elemento, en mi opinión, es la Monarquía. Mucho -por no decir todo- lo demás, dimana, políticamente, de ella.
Es algo que no siempre parece verse en iniciativas regeneracionistas de largo alcance que, de manera loable -añado-, se están lanzando en estos tiempos. Pero pasan por alto la cuestión republicana. Grave error, a mi parecer. La sustitución de la Monarquía por una República digna de tal nombre, es requisito imprescindible para la regeneración de nuestro país. Y cuando digo “digna de tal nombre”, lo hago para zanjar estériles discusiones conceptuales. Sabemos de qué hablamos, cuando lo hacemos de República: participación, separación de poderes, garantías recíprocas, ningún privilegio de cuna, etc. Cosas que fueron ya enunciadas en Grecia hace más de 3.000 años. A eso, ampliado y perfeccionado en el trascurso de la Historia, se le llama Democracia. Y lo es.
Existen, desde luego, otras fórmulas para la organización de un país. La Monarquía parlamentaria, una de ellas. Pero no son mis fórmulas. Lo digo. Yo creo en la Democracia. Y no hay Democracia sin República.
No faltan, en estos tiempos, quienes consideran incompatible la reivindicación republicana con otras, dicen, más inmediatas y urgentes. Con respeto, difiero de la opinión. Es más: estoy convencido de que son posturas así, la clave de que aún se mantenga la Monarquía. Tanto o más que la falta de unidad republicana. Esa es comprensible por tratarse de una aspiración tan plural la República. Puede ir subsanándose con acuerdos puntuales. Se está -estamos- en ello desde hace ya algún tiempo. Mayor problema significa, en mi opinión, que quienes debieran actuar en republicano, no lo hagan por los motivos que sean. Pero lo harán. Estoy seguro. Lo necesario acaba siendo inevitable. Y la República es necesaria para España.
No supone renunciar a la lucha por lo que queremos más inmediato. Al revés: significa reforzarla, dándole el horizonte de realización que se merece; que nos merecemos.
* Intervención en el “Encuentro Republicano 2013. Por la unidad de todos los republicanos”, organizado por la Red Inter Cívico Republicana con la colaboración de la Agrupación Ateneísta Juan Negrín, Izquierda Republicana y Progresistas Federales, y celebrado en el Ateneo de Madrid el 12 de enero de 2013.
** Miguel Pastrana es secretario federal de Unidad Cívica por la República y secretario segundo del Ateneo de Madrid.

*** UCR es nuestro referente a nivel estatal.

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