Ramón Cotarelo*
18/12/2012
Uno de los rasgos más típicos del neoliberalismo triunfante es su confusión
de dos terrenos hasta ahora cuidadosamente diferenciados si bien no siempre con
éxito: lo público y lo privado. No solo confusión sino absorción literal de lo
público por lo privado. Todo para lo privado; nada para lo público. ¿El Estado?
Debe administrarse como una empresa privada. La administración misma debe
gestionarse con criterios privados. ¿La justicia, la sanidad, la educación?
Todas servicios de pago a clientes. El Estado, señores, es una empresa. España,
S.A. Nada tiene pues de extraño si los antiguos valedores de la concepción
sacrosanta de la gran nación propugnan hoy una concepción de patriotismo
como marketing y la célebre unidad de destino en lo universal se
defiende como una marca. Coca-Cola, Benetton, España.
Es una típica oscilación maniquea propia de
gentes con escasos recursos: blanco o negro; retórica imperial o pragmatismo
mercantil. Las dos igualmente absurdas. Sus forofos debieran aprender más de la
larga tradición de la Iglesia Católica a cuyo maternal seno suelen acogerse. En
sus veinte siglos, la Iglesia ha conseguido la síntesis de los contrarios y es,
según le interese, ente público o privado; terrenal o celestial. En ella habitan
dios y el diablo en inamigable compostura. Pero para eso hace falta administrar
la palabra de dios, algo vedado a los gobernantes del siglo aunque sean de
comunión diaria.
Hasta las marcas comerciales, las humildes
trade marks, requieren algún fundamento y el español brilla por su
ausencia. No parece haber tras la voluntad de hacer brillar la marca España
mundo adelante otra cosa que esa misma voluntad, alimentándose de sí misma. ¿En
que se justificará la marca España? ¿En el sol, los toros, el fútbol, el cante
jondo? A lo mejor no se ha ido a rebuscar en los cajones adecuados. Así, con
ánimo constructivo, Palinuro propone fundamentar la prestancia de la marca
España entre otros en los datos siguientes, absolutamente singulares:
  • El presidente del Gobierno incumple todos y cada uno de los puntos de su
    programa electoral y sigue siendo presidente.
  • El mismo presidente es considerado en el Parlamento europeo el más
    inepto
    del mundo.
  • La ministra de Trabajo y Empleo comparte su tarea con la Virgen del Rocío.
  • El ministro de Cultura valora las corridas de toros como patrimonio cultural
    de la raza.
  • El mismo implanta la religión en las escuelas y reconoce que es una
    opción política.
  • La defensora del Pueblo es una marquesa.
  • El ministro de Economía es el peor valorado de Europa.
  • El PP, partido conservador, es el “partido de los trabajadores”, al decir de
    su secretaria general.
  • El único condenado por el caso Gürtel es el juez que lo investigó.
  • El ministro de Justicia pone la Justicia fuera del alcance de la mayoría de
    los justiciables.
  • El Estado abandona los servicios públicos esenciales en beneficio de las
    empresas privadas.
  • El ministro de Hacienda amnistía a los grandes defraudadores y se niega a
    hacer pública la lista de los mayores evasores de capital.
  • Además de no haber separación entre la iglesia y el Estado, el Estado se
    encarga de financiar a la iglesia, cuyos privilegios no se tocan. Ni siquiera la
    paga extraordinaria, sustraida a todos los funcionarios menos a los curas. (Una
    prueba evidente de la sabiduría eclesiástica antes mencionada).
  • El exvicepresidente del Gobierno, exdirector del FMI, exdirector de Bankia,
    Rodrigo Rato, es uno de los cinco peores ejecutivos del mundo.
  • Los gobernantes que, además, son cargos de su partido, suelen cobrar dos
    sueldos y cantidades astronómicas mientras bajan de hecho las pensiones, los
    salarios, las prestaciones y las subvenciones de todo el mundo.
  • Los gobernantes despilfarran los dineros públicos en proyectos faraónicos
    sin utilidad alguna pero dejan las escuelas sin calefacción.
  • La inagotable ministra de Trabajo convierte el dato del aumento del paro en
    un signo esperanzador de recuperación.
  • La secretaria de Estado de Emigración ve en la salida forzosa de miles de
    jóvenes en busca de trabajo la realización de su espíritu aventurero.
  • Una diputada del partido del Gobierno desea a voz en grito que los parados
    se jodan.
La marca España.
* Ramón Cotarelo García es catedrático de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, institución académica de la que fue vicerrector entre 1984 y 1988.
** Chiste de Mena.
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