Amador Fernández-Savater**
12/05/2012
Hay una fórmula que se aplica a la monarquía en Inglaterra:
“reina pero no gobierna”. Lo mismo le pasa ahora a la Cultura
de la Transición
(CT): aún reina pero ya no gobierna. Es decir, ya no manda
en nuestra cabeza: no vemos con sus ojos, ni hablamos con su boca, ni escuchamos
con sus oídos. Mientras monologa en la televisión y los periódicos, nosotros
conversamos en la Red y las calles.
La CT se presentó siempre como la única alternativa posible al
desastre: golpe militar, poder de la Iglesia, ETA. Pero cada vez la percibimos
menos como protección de nada y más como una amenaza a todo. Recorta, precariza
y privatiza la misma posibilidad de futuro. La política del PP no es una
anomalía en la CT, sino el extremo de la misma cadena. Los “demócratas de toda
la vida” que se horrorizan ante el desmontaje de los restos del Estado del
Bienestar son bienvenidos, pero llegan tarde y mal. Porque lo que permite al PP
hacer lo que está haciendo es la subordinación de la política a las necesidades
cambiantes de la economía global y la criminalización y el ninguneo de toda
posición crítica. Es decir, la CT.
Por todo eso me sorprende tanto la pregunta constante por los
logros del 15-M. Están a la vista y son determinantes. El clima
15-M
ha logrado reabrir masivamente la pregunta política por
excelencia
: ¿cómo queremos vivir juntos? Es decir, cómo queremos
gobernarnos, educarnos, curarnos, repartir la riqueza, etc. Una pregunta que la
Cultura de la Transición ha mantenido cerrada durante décadas. “No hay pregunta,
porque ya tenemos la respuesta”, nos decía. Representación, expertos, sistema de
partidos y neoliberalismo.
La CT no nos enseñó a hacer preguntas. Nos enseñó a escuchar a
los mayores con miedo, a repetir y conformarnos con lo que decían las
voces autorizadas que aparecían en televisión: “esto es lo que hay”. La CT ha
tratado de desactivar la cultura como interrogación crítica y autónoma sobre la
sociedad. Nos decía quién podía hablar y de qué podía hablarse. Privatizaba la
realidad. Hemos tenido que aprender a hacer preguntas por nuestra cuenta y de
espaldas a la cultura oficial, en espacios de sombra. Durante años parecía que
era cosa de locos, de marginales o antisistema. Pero hoy la realidad se cae a
pedazos, las preguntas sobre la vida nos estallan en la cara a todos, casi me
atrevería a decir que cualquiera está obligado a pensar críticamente. El 15-M
pusimos juntos nuestras preguntas en el centro de todas las ciudades y de todos
los debates. De golpe los consensos de la CT se vaciaron de sentido al grito de
“lo llaman democracia y no lo es” y “no nos representan”.
La CT es hoy una cultura completamente desconectada de la
realidad: está de cacería permanente en Botsuana. Gira en torno a sí misma, se
ha vuelto loca. Política de tierra quemada y paracaídas de oro. Ignora,
desprecia y teme a la gente. La realidad que aún logra configurar tiene cada vez
menos legitimidad. Por eso la estrategia del miedo: meter en el cuerpo y la
mente social todo el miedo posible, que aceptemos la CT como mal menor y único
poder de salvación. Pero hay que leer también la estrategia del miedo como una
señal de debilidad: ya no se obtiene nuestra adhesión por otros medios.
La CT nos lleva directos al desastre de la devastación
económica, social, ecológica y la guerra de todos contra todos. Vaciar la CT y
reabrir la pregunta política por la vida en común es lo mismo: nuestra única
posibilidad de autorizar el futuro. Para todos.
* Este texto sale de unas notas que me hice para una entrevista
en la radio sobre el libro CT
o Cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española

(Mondadori, 2012).
** Amador Fernández-Savater es editor e investigador independiente. Dirigió durante años la revista Archipiélago y ahora impulsa con otros amigos la editorial Acuarela Libros. Ha participado en varios movimientos sociales desde mediados de los años 90. Se presenta a sí mismo como un “escriba del 15-M” y lo explica de este modo: “desde el comienzo voy haciendo el trabajo de escuchar y registrar, de traducir algunos pensamientos latentes a concepto, de dar forma y devolver todo el rato” (fuente: revista de cultura Ñ del diario argentino Clarín).

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