Ignacio Escolar

28/06/2012
Una hipótesis provocadora, tal vez equivocada: los actuales años de crisis
–los que llevamos y los que están por venir– van a transformar la estructura
social, cultural, económica, mediática y política de España del mismo modo en
que lo hizo la Transición. Al igual que el lustro entre 1975 y 1980 marcó la
evolución del país durante casi tres décadas, el periodo de la crisis (2008,
¿2013?) va a sentar los cimientos sobre los que se construirá la España de los
próximos años. No sabemos si el cambio será a mejor. No está claro tampoco qué
sobrevivirá del modelo anterior. Lo que sí es evidente es que todo está en
juego: los partidos, la monarquía, el Estado autonómico, la justicia, los
sindicatos, la prensa e incluso la propia moneda en la que pagaremos los platos
rotos que estos años nos van a dejar.
Una maldición china: ojalá vivas tiempos interesantes. En ello estamos ya.
Los años de la crisis van a ser lo más parecido a una guerra que padecerá
nuestra generación, tanto por su abrasiva destrucción como por la previsible
reconstrucción que en algún momento llegará.
Este periodo marcará un antes y un después porque se juntan varios factores
que empujan a una gran transformación: una revolución más que una simple
reforma. No solo es una crisis que destroza el modelo económico –el de la
burbuja inmobiliaria– sobre el que se levantó el cuestionable milagro español.
No solo es el naufragio del euro, un edificio en ruinas que no sabemos si
colapsará. No es simplemente una reestructuración del papel del Estado en la
economía, ese anoréxico al que se quiere hacer adelgazar. También es una
revolución tecnológica, una nueva moral, una guerra generacional y un cambio en
la distribución de la riqueza con ricos más ricos, pobres más pobres y una
devaluada clase media que vivió de ese crédito barato que ya no existe y que
ahora descubre cuál es su verdadero lugar en esta sociedad.

El fin de la Transición es un proceso que lleva en marcha desde hace cuatro
años, desde que la caída de Lehman Brothers en 2008 marcó el inicio de esta
pesadilla. Pero es ahora, en estos últimos meses, cuando el momento clave puede
llegar. La crisis económica es como una sequía que ha dejado el embalse sin agua
hasta mostrar el fondo del pantano, la basura que la lluvia de los buenos años
ocultó. Ha derivado en una crisis institucional que corroe las bases del modelo
actual. Algún día se saldrá del túnel, pero esa metáfora se suele interpretar
mal. Muchos creen que volveremos a la luz por por el mismo sitio por el que
entramos, que será un regreso a la España de 2007. Pero del túnel siempre se sale
en otro lugar.
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