“Granada es una de las pocas ciudades que ha sufrido un desalojo policial violento…”
Andrés Maeso Broncano*
La Opinión de Málaga
15/06/2011
En Granada empezó todo como en el resto de España, tras la manifestación del 15m, abanderada por el grupo local de Democracia Real Ya, que se encargaron de convocarla, organizar el recorrido y dinamizarla. La acampada vino al día siguiente, cuando un grupo de gente perteneciente a numerosos movimientos sociales y personas independientes convocaron una asamblea, inspirados por los compañeros y compañeras que en Sol habían acampado esa misma noche. Esta asamblea tuvo lugar en el Paseo del Salón, donde se decidió que se acamparía esa misma noche en la Plaza del Carmen, frente al ayuntamiento.
Aquella noche la presión policial fue evidente, junto con Madrid y Barcelona, fuimos de las pocas ciudades españolas que sufrió un desalojo en el que las fuerzas policiales hicieron uso de una contundencia improcedente e injustificada. Los resultados son conocidos: hubo tres detenidos que pasaron la noche encerrados acusados de resistencia violenta, cargos que más tarde serían rechazados por el fiscal al cargo. Aún se espera la depuración de responsabilidades sobre la orden de desalojo de esa noche, que no sabemos si procedió del Subdelegado del Gobierno, cuya dimisión se pidió a través de la recogida de firmas, o del Alcalde de Granada, que ha mostrado un rechazo total a las reivindicaciones desde que estas empezaron, ya fuera ignorándolas, despreciándolas o presionando con la privación de servicios alrededor de la plaza: limpieza, agua en las fuentes…
El efecto llamada que produjo esa brutalidad hizo que las noches consecutivas el número de acampados se multiplicara, alcanzando un tope de unas seiscientas personas ese mismo fin de semana que más tarde iría disminuyendo. Este factor, sumado a la popularidad de las asambleas y las ideas defendidas en el movimiento hizo que un hipotético desalojo fuera impensable, por lo cual, el asedio tuvo lugar de forma clásica, como ya se ha dicho, privando de servicios los alrededores de la plaza y atacando las líneas de abastecimiento: el desalojo de La Indiskreta, el centro social que desde el principio había ofrecido desinteresadamente apoyo logístico a la acampada. Oscuras motivaciones políticas se esconden tras aquella maniobra a la vez brutal y sutil, donde se cargó contra personas pacíficas, se arrastró a personas para poder propinarles palizas ocultos y se usaron métodos innecesarios como gas lacrimógeno y pelotas de goma.
La maniobra de desmantelamiento violento de una de las líneas de abastecimiento fue también un modo de asociar el movimiento 15m con el poco popular ‘movimiento okupa’, ya que la reacción de solidaridad de los amigos que se encontraban en la acampada era más que predecible y el caos que provocó hizo que los responsables de comunicación de la acampada enviaran mensajes contradictorios y confusos acerca de la citada vinculación oficial. Todas esto no serían más que elucubraciones si no se tienen en cuenta dos datos imprescindibles: que esa construcción pertenece a un asesor del Partido Popular en Madrid y que ya incumplía varias Leyes mucho antes de que llegaran los citados ‘okupas’, desde el abandono durante ocho años y los problemas de salubridad que a los vecinos provocaban, hasta la posesión de una planta más que las que se recogen en el registro de la propiedad.
Hasta aquí el tema policial, en el que me he extendido mucho porque creo que era importante dar luz sobre ciertos acontecimientos que se han obviado. Sobre la utilidad de las acampadas seguramente habrá hablado mucha gente más y mejor, así que me limitaré a señalar que han sido simplemente un instrumento de visualización del descontento reinante, que han acabado en cuanto esa función ha dejado de cumplirse y se ha conseguido consensuar con todo el mundo una forma de abandonar un espacio tan simbólico. A partir de ahora es tarea de las asambleas (tanto de barrios o facultades como generales) la de deconstruir el proceso político en el que nos hallamos inmersos para tratar de construir uno nuevo en el que la forma representativa no sea la única que se utilice en nuestro sistema para llevar a cabo las transformaciones políticas necesarias para algo tan simple y tan complejo como convivir felices y en paz.


Andrés Maeso Broncano es licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración y alumno del Máster en Problemas Sociales de la UGR. Ha participado activamente en la asamblea de la plaza del Carmen y en las de barrios.
http://www.laopiniondemalaga.es/pi-movimiento-15m/2011/06/15/15-m-granada/429998.html

* El autor del artículo es, además de lo antedicho, socio de UCAR-Granada.
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