La Opinión de Granada
21/07/2005
Pienso en las cosas que pudieron ser y no fueron porque él intervino. Los jóvenes que cambiaron los estudios nocturnos en el Padre Suárez o en la Escuela Social por las trincheras, los cuarteles o las tapias. Los tratados que no se escribieron en las universidades. Las chicas jóvenes que dejaron de bailar y de reír. Los hijos que no nacieron. Los libros que no se escribieron. El amor que nuestros padres y abuelos no vivieron.
A veces me da miedo el perdón. La capacidad de perdonar que tienen los años es impresionante. La memoria se relaja y parece que todo le pasó a otro. Parece como si le hubieran pegado y hubieran rapado a otra, como si hubieran matado a un tal Federico, cuando aquella niña eras tú, cuando fue a ti a quien mataron en la Fuente de las Lágrimas. Hay tantas cosas en los recovecos de la memoria que es fácil seguir una ruta de palacios y veranos alegres, pero también es muy fácil bajar a las grutas del infierno. Allí están los muertos y los hijos que los muertos no tuvieron y la pesadilla de Franco cantando con Millán Astray. Por favor fíjense en ellos. Miren en la fotografía los labios y el bigote de Franco, el gesto de Millán.
Setenta años, que se dice pronto, han pasado y, sin embargo, ahora un antiguo terrorista del GRAPO insiste en que la culpa no fue de Franco, un impostor que escribe libros como quien hace rosquillas dice que la guerra fue una filigrana militar… Y tal vez estos tipos sean lo de menos. A veces sospecho que Moa o Vidal son espantapájaros puestos ahí para que les peguemos. ¿Quién estará detrás de ellos? ¿Algunos obispos? ¿Los mismos que estaban detrás el 18 de julio de 1936? Fíjense, por favor, en el tercero de la foto: el rostro que asoma entre los hombros de Franco y Millán Astray. Se está riendo. ¿Quién será?
LUGAR: TAPIA DEL CEMENTERIO DE GRANADA (Por el camino del Llano de la Perdiz, detrás de los tanatorios)
Comentarios recientes