Pedro Garrido Clares (*)
El Ateneo de Granada Republicana UCAR / El Independiente de Granada
24/11/2020
Dicen que la sociología es la ciencia social que se encarga del análisis científico de la sociedad humana o población regional. Estudia los fenómenos colectivos producidos por la actividad social de los seres humanos, dentro del contexto histórico-cultural en el que se encuentran inmersos.
La verdad es que yo no soy ningún científico, pero soy taxista. Cuando comencé a trabajar en este servicio público, no me imaginaba lo ligadas que iban a estar ambas dedicaciones.
Lo primero que aprendí al enfrentarme ante la vorágine del tráfico diario de una ciudad como Granada, es que toda la circulación funciona mejor con un solo ingrediente: SOLIDARIDAD. Cuando el conductor aparta el egoísmo y conduce pensando también en facilitar la tarea a los demás, todo comienza a fluir.
Empecé mi carrera profesional como conductor de taxi cuando más fuertes eran las consecuencias de la crisis económica mundial que comenzó en 2008. No tardé en darme cuenta de la importancia que la solidaridad tenía no solo en el tráfico. Un servicio que empezó a convertirse en habitual fue el de algún que otro abuelo que utilizaba el taxi para ir a recoger a sus nietos, a la salida de los colegios. Igualmente, los veía llevándolos a médicos o jugando con ellos en los parques.
Además, esa época fue una toma de contacto para mí con un actor tan importante en el funcionamiento de esta ciudad: el turismo. Me sorprendió enormemente que una pareja procedente del Líbano viniese precisamente a Granada para poder visitar, en Fuente Vaqueros, la casa natal del poeta Federico García Lorca. Así mismo me llamó la atención la reacción que tuvo un turista americano cuando le comenté que no existía ninguna tumba del poeta granadino, ya que sus restos nunca han sido encontrados.
Por otra parte, he visto cambios producidos por el turismo en la ciudad que me dejan sensaciones un poco encontradas. A lo largo de este tiempo he percibido, en sitios como el Albaicín, una transformación que no deja de alarmarme. Percibo cada vez menos carreras del vecino de toda la vida del barrio. Veo como muchos comercios se transforman para dejar de dar servicio a estos y enfocarse a los turistas. Llevé a una arquitecta a la cuesta del Chapiz que me comentó que más del 75% de las obras que había entonces en el barrio estaban relacionadas con el fenómeno de los apartamentos turísticos (con o sin permiso de actividad, según reconoció en voz baja).
Y es que el taxi, como dijeron una vez, es una “burbuja de intimidad” en el que alguna gente se desinhibe dialécticamente. Muchos trabajadores y trabajadoras, que llevo a comenzar sus jornadas a las zonas de influencia turística de la ciudad, aprovechan para comentarme cuáles son las condiciones en que las realizan. He llevado a una camarera de pisos que tenía que medicarse para poder soportar los dolores que acarreaba, debido al estresante minutaje por habitación que le exigía la subcontrata que le daba trabajo.
Después de escuchar este tipo de testimonios, me surge una reflexión que siempre me hago cuando alguien utiliza el tópico de que “este país vive del turismo”: ¿no será el turismo el que vive de este país?
Hablando de tópicos, son cientos los que envuelven al mundo del taxi. Para mí, no se limita a ser la manera de ganarme la vida. También me proporciona las herramientas para intentar comprender la sociedad en la que vivo. En este caso, a diferencia de lo que haría un sociólogo, será el lector el que tenga que sacar sus propias conclusiones.
(*) Pedro Garrido Clares es taxista y afiliado de la entidad ciudadana Granada Republicana UCAR.
http://www.elindependientedegranada.es/politica/sociologia-taxi
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