Ciudadanos, ciudadanas:
El aniversario de la consecución de una Democracia plena, republicana, en nuestro país, nos emplaza, en torno a la fecha memorable del 14 de Abril de 1931, a la reflexión serena sobre el momento actual; sobre cuanto el país necesita y necesitan -necesitamos- sobre todo, las personas. Porque ninguna nación puede ser un ente abstracto, cuya realidad se desligue de los seres humanos que la habitan. De poco sirven entonces las grandes cifras, si no van acompañadas de un bienestar social al alcance de toda la población.
Hace ochenta y tres años, los hombres y las mujeres de este país decidieron, con buen sentido, que para progresar, resultaba imprescindible liberarse del lastre corrupto de la Monarquía borbónica y del sistema político montado sobre ella,
el denominado turnismo, incapaz ya de dar solución alguna a los problemas que atravesaba España. La Regeneración democrática de este país, se escribió entonces con “R” de República; una de las más avanzadas de Europa. La nuestra. Algo que no podían tolerar los Señores de la Muerte -Hitler, Mussolini, Franco, Mola…- que campaban por aquel entonces. Pero ya no hoy. Fueron ellos quienes acabaron con la II República. Pero no sin que antes, resistiéndoles, los pueblos y las naciones de España, diesen al mundo un ejemplo inolvidable de dignidad, de coraje, de valentía. ¡Orgullo es cuanto debieran sentir las Instituciones españolas actuales, recordando cómo nuestro país, republicano, fue el primero en plantarle cara al Imperio Nazi! En lugar de ello, los y las combatientes de la II República española, los y las víctimas del franquismo, siguen sin tener una memoria institucional a la altura; sin tener Verdad, Justicia y Reparación. Decenas de miles continúan, a día de hoy, perdidos, perdidas, en las cunetas. Oprobio para nuestro país, donde los crímenes -los asesinatos, las violaciones, las torturas, los niños robados…- del franquismo siguen impunes, y criminales franquistas buscados internacionalmente, paseándose con tranquilidad. ¡Eso también es Terrorismo! Con centenares de miles de víctimas. ¿Por qué ocurre esto? Ocurre, en primer lugar, porque la Jefatura del Estado, la Monarquía, con todo -que resulta innumerable- cuanto de ahí deriva, tiene -además del carácter antidemocrático consubstancial a la Institución en sí- un origen franquista innegable en términos históricos. En síntesis, el régimen español actual está contaminado en puestos clave por residuos de la Dictadura fascista del ex-general Franco. Si se pierde esto de vista, muchas de las cosas que ocurren a día de hoy en nuestro país, resultan incomprensibles.
Al hablar en este escrito, lo hacemos desde nuestra doble condición asociativa -no partidista- y republicana; continuadores y continuadoras, no de unas siglas -con respeto para todas las democráticas- mas de un país que fue, que sigue latiendo, y quiere y debe volver a ser, para garantizar los Derechos de todos, de todas: la España republicana, formada por todos los pueblos y naciones que históricamente la han constituido y deseen, de manera voluntaria, volver a hacerlo. Hoy, precisamente por republicanos, precisamente por republicanas, nos dirigimos a la Ciudadanía con un sentido de Estado, una conciencia de la responsabilidad, y una altura de miras proyectada hacia el futuro, de los cuales, quizá, adolecen algunos políticos que se parapetan tras de esas palabras para intentar justificar lo injustificable.
Decimos, hoy, que no hay mayor responsabilidad, ni más profundo sentido de Estado, que asegurar condiciones de vida digna para todas las personas. ¡Ésa es la auténtica responsabilidad de Estado! Y el régimen político monárquico, con sus complicidades en el sistema económico, ha fracasado en esa misión. Resulta un hecho objetivo, suceda ya lo que suceda. La cuestión no es si salimos o no de la crisis, pues de todas se sale al fin y al cabo. La cuestión es el precio que hemos pagado, que seguimos pagando; y es, la impunidad de quienes la originaron conscientemente para lucrarse y pretenden seguir siendo -la Corona a la cabeza- quienes condicionen nuestro porvenir como Pueblo.
Toda generación vive un momento decisivo, cuyo resultado determina los acontecimientos venideros por décadas. Éste es, sin duda, nuestro momento. Hoy, las dinámicas que se contraponen cada vez más definidamente, habiendo de batir una a la otra de manera indefectible, por incompatibilidad, son: o bien
un reciclaje gatopardista -disfrazado de regeneración y brillante de fuegos de artificio a tal fin- del mismo régimen político-social de la Monarquía que nos ha traído hasta aquí, o bien la auténtica Regeneración, con “R” de República, al servicio del Pueblo, hecha por el Pueblo y Pueblo mismo en su organización. ¡Eso es la República!
Tenemos Derecho a ella. En los Parlamentos, en la acción de Gobierno, en un Proceso Constituyente, en Referendo… Pero Democracia republicana siempre y en cualquier caso. No hay otra fórmula posible para el bienestar y el progreso de nuestro país. Hoy, cuando algunos hablan de Consenso y Gran Pacto como manera de seguir legitimando lo ilegítimo; de apuntalar un régimen político y económico en bancarrota, en quiebra, el cual remata la Monarquía de los Borbones, nosotros, nosotras, con toda la autoridad moral de nuestra Historia republicana, afirmamos, con gravedad, que aquellos líderes políticos y aquellas iniciativas que se quieran renovadores, y sin embargo dejen de incidir en el carácter fundamentalmente no-democrático del régimen monárquico español, serán sobrepasados, y aun desbordados, por los hechos. Lo advertimos con toda seriedad. ¡Este Pueblo no puede permitirse ya más estafas, más engaños! Hoy decimos, que el Consenso verdadero, el Consenso necesario, el Consenso para la Democracia en toda su extensión, es la Tercera República; la República de todos y de todas.
Significa, Estado federal y plurinacional basado en la libre unión. Derechos sociales, sindicales, políticos… garantizados contra todo trance y gobierne el partido que gobierne. Garantizados. Sanidad, Educación, Cultura. Servicios Públicos de calidad, y resortes de la Economía también de titularidad pública y al servicio de los ciudadanos, de las ciudadanas. Sostenibilidad medioambiental; compromiso. Una separación de la Iglesia, del Estado, garantizando la libertad de conciencia y confesión. Un Estado laico; organizado de abajo arriba, y democrático-participativo en todos sus ámbitos. Con igualdad real de Derechos y Deberes. Eso es -hemos de hacer- la Tercera República, en el marco de una nueva cultura de la Solidaridad, la Fraternidad, y la Paz.
¡VIVA LA REPÚBLICA!
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