Editorial
12/07/2012
El 11 de julio de 2012 pasará a la historia como una síntesis insuperable de
la situación de un país en clara descomposición económica y social, y también en
claro hundimiento político y moral. Todo cuanto merece resaltarse de los rasgos
de un periodo excepcional ocurrió y se expresó en la misma jornada.
La noche anterior y en la madrugada,  el pueblo de Madrid dio una bienvenida
impresionante a la marcha de los mineros, revelando el valor y la capacidad de
lucha ejemplar, como no, “de los que extraen el carbón”, y, al mismo tiempo, la
solidaridad inmensa que el pueblo trabajador, sin distingos, puede prestarse.
Los que llegaban y los que recibían, toda la pluralidad de la ciudadanía, se
hermanaron en un afán colectivo por ponerle remedio a tantos desastres como
vivimos y se anuncian. La manifestación por la Castellana de Madrid,
multitudinaria, resolvió la duda simplista de si existe clase obrera.
Mientras la izquierda ocupaba la calle, Rajoy anunciaba en el parlamento un
conjunto de recortes y ajustes brutales, con el entusiasmo de los suyos, que
agravarán la crisis, el paro, las desigualdades, la miseria y la angustia con la
que viven ya millones de trabajadores, a los que se cierra toda rendija a la
esperanza.La inseguridad instalada, incluida la jurídica, como forma de vida,
cuando, además, la inutilidad de una rigurosa política de austeridad para
remontar la crisis está ampliamente demostrada en nuestro país y en otros que
fueron “rescatados” hace un tiempo ya.
Tal política, aparte de que representa una burla a los ciudadanos y un
desprecio absoluto a los compromisos electorales del PP, viene impuesta por los
poderes económicos europeos tras haberse sometido el gobierno a una  pura
intervención exterior, quedando en papel mojado todo vestigio de la soberanía
popular. Nuestro país es ya una colonia europea, y quizás por eso, por lo de
europea, la dirección del PSOE la acepta y se muestra cobarde y resignadamente
dispuesto a prestarle respaldo al Gobierno y a pactar con la derecha. Los dos
partidos,  apasionados valedores  del euro, comparten en el fondo la política
suicida  que exige su defensa.
Y la izquierda instalada en un drama. Testigo inquieto de cuanto sucede,
opuesta,  por supuesto, a tanta ignominia, a tanto abuso, a tanta crueldad, no
alcanza a ofrecer una alternativa  que agrupe a sus fuerzas y represente un
proyecto social que conquistar. Atada subordinadamente a la defensa de la unidad
monetaria, se mueve patéticamente entre el respaldo al euro y el rechazo a sus
consecuencias. Los sindicatos son parte del drama y nada mejor lo expone que los
discursos de los secretarios generales de CCOO y UGT en la tribuna levantada
ante el ministerio de Industria para cerrar la manifestación histórica de los
mineros. Mientras ellos repetían sus mítines vacíos, sin propuestas, los
asistentes se retiraban en avalancha y el desconcierto fue manifiesto en la
expresión de los agotados mineros.
Estaban allí para luchar, acompañados de otros miles de trabajadores de sus
comarcas, de Madrid y de todo el país, y se les enviaba a casa sin haber logrado
nada, con la promesa, eso sí, de seguir luchando. Un colofón a una larga marcha
decepcionante, a pesar de la inmensa emoción que recorrió a todos los
participantes. Entre tanto, la policía cargaba e irrumpía en la concentración
con sus disuasivos métodos.
Un país, pues, cayendo por el precipicio, sin soberanía política, con la
democracia arruinada, intervenido económicamente, con la presión social
elevándose amenazadoramente y la represión cobrando carta de naturaleza. Con una
derecha desvergonzada y canalla dispuesta a sacar ventaja de la crisis y el
sufrimiento de millones de ciudadanos, los cuales, dispuestos a luchar y
rebelarse, no encuentran todavía la necesaria unidad y confluencia,  ni se les ha
sabido ofrecer todavía por la izquierda un proyecto para lograrlo y empezar la
regeneración del país en todos los ordenes, que pasa, eso parece ya evidente,
por reformular los vínculos con la Europa de Maastricht e impulsar un proceso
constituyente.
http://www.cronicapopular.es/2012/07/una-sintesis-de-un-pais-en-descomposicion/

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